Cada 17 de noviembre se conmemora el Día de la Prematuridad, una fecha para visibilizar la situación de los bebés nacidos antes de tiempo y la importancia de ofrecerles atención neonatal de calidad. En este contexto, surgen historias de familias que luchan por proporcionar a sus hijos prematuros el mejor cuidado posible. La OPS subraya que la atención de calidad para estos bebés no debe ser un privilegio, sino un derecho que debe garantizarse para todas las familias.
— Noviembre de 2024 —
Viviana Fernández, desde Costa Rica, recuerda con emoción los dos meses que pasó junto a su hijo Matías en el hospital. ‘Nos fuimos a casa con un pronóstico no muy favorable… estábamos emocionados, pero con mucho miedo. Verme como cuidadora principal, sin formación alguna y con un bebé tan frágil, fue muy duro’, relata. Matías nació prematuramente, lo que no solo implicó una lucha por su vida, sino también una constante incertidumbre sobre su futuro.
En la región de las Américas, cerca de 1 de cada 10 bebés nace de forma prematura, lo que representa más de un millón de recién nacidos cada año. Las complicaciones de la prematuridad son la principal causa de muerte neonatal, y los que sobreviven enfrentan un mayor riesgo de discapacidad o alteraciones en su desarrollo, lo que pone en evidencia la urgencia de garantizar atención neonatal especializada y acompañamiento para las familias.
Para Pablo Durán, asesor regional en Salud Perinatal de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), “es fundamental no solo el cuidado dentro del hospital, sino también el acompañamiento posterior al alta, ya que las familias y los cuidadores juegan un rol crucial en la supervivencia y el desarrollo del bebé”.
En este sentido, prácticas como la lactancia materna y el cuidado canguro (contacto piel con piel) son esenciales para el desarrollo del bebé y para fortalecer el vínculo entre madre e hijo.
Navegando la incertidumbre del nacimiento prematuro
Angélica Gómez también vivió la angustia de ver a su hijo, Santiago, nacer prematuramente. A las 27 semanas de embarazo, Angélica fue ingresada de urgencia en un hospital de tercer nivel en México. Tras una cesárea de emergencia, perdió temporalmente la conciencia debido a complicaciones graves. “No quería preguntar por Santiago, temía que me dijeran que había muerto”, recuerda. Cuando despertó, la incertidumbre la envolvía. "Al tercer día, mi marido me preguntó si me acordaba que habíamos tenido un hijo. 'Es que te está esperando, está esperando a que tú te recuperes', me dijo".
Ese fue el aliciente que necesitaba para recuperarse y poder cuidar de su bebé. Sin embargo, en ese momento no encontró el apoyo y la contención que hubiese esperado. “Nunca tuvimos preparación ni la información suficiente sobre los cuidados que necesitaba Santi. Tuve momentos de depresión, de ataques de pánico. Quieres que el dolor y la incertidumbre terminen”, añade Angélica, quien, después de su experiencia, fundó 18 años atrás la Asociación Mexicana para Padres de Niños Prematuros Pequeño Nunu, con el objetivo de brindar apoyo y acompañamiento a otras familias que hubiesen pasado o estuviesen pasando por lo mismo que ella.